Pero valen bien poco a veces los recuerdos.
Atardece deprisa. Ya declina la luz.
Atardece deprisa. Ya declina la luz.
-Tierra de Nadie- Eloy Sánchez Rosillo
Me recordabas al primer amor,
ese que irrumpe en la frontera entre la niñez y la adolescencia.
Me hacías sentir la misma primavera
que se siente en el amanecer de la vida,
justo un instante después,
cuando el cariño estalla como la luz del mediodía.
ese que irrumpe en la frontera entre la niñez y la adolescencia.
Me hacías sentir la misma primavera
que se siente en el amanecer de la vida,
justo un instante después,
cuando el cariño estalla como la luz del mediodía.
Me hacías sentir como el primer amor,
aunque se que no lo era, y lo sabía.
pero me pareció encender luces en tu alcoba
que antes sólo habían sido sombras.
Y eso, a la vez, inundó de la misma luz
pero me pareció encender luces en tu alcoba
que antes sólo habían sido sombras.
Y eso, a la vez, inundó de la misma luz
mi proverbial y habitual pesimismo.
Me creí ser el último amor,
porque a pesar de mi equipaje transparente
me diste cobijo en tu buhardilla,
aunque el olor de la madera, fresca y aromática, del entibado
anunciaba que nuestro parasiempre iba a ser eventual.
me diste cobijo en tu buhardilla,
aunque el olor de la madera, fresca y aromática, del entibado
anunciaba que nuestro parasiempre iba a ser eventual.
Supe que serías el último amor
desde antes que quererte,
desde ese momento, antes de ser feliz,
justo un instante antes,
que es donde estuvo la verdadera felicidad.
Y ahora lo sé, y aquí,
mirando el día irse hacia más allá de mi ventana,
hacia la oscuridad que, presiento,
inundará el tiempo que me queda de vida sin tu amor.
©® Enrique R. del Portal, 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario