Déjame que no te crea
cuando dices que ya no hay nada,
déjame que lo ponga en cuarentena
con todos los adioses
que precedieron a este adiós,
y con todos los dolores
que sirvieron de anestesia
a la llegada de este dolor.
Déjame que te recuerde
que tú llamaste después de cortar las líneas,
después de atrancar las ventanas
y de obstruir las cerraduras.
Que tú no esperaste apenas
a que acabase la madrugada
para repetir la llamada
aún antes de que llegase el alba.
Déjame que sostenga
con mis manos desnudas
tu pura contradicción
Que la ame y la proteja,
que la envuelva en la sonrisa
de una sentencia frívola
y la adopte como propia
hasta entender tus estampidas.
Déjame que no te crea
cuando dices que ya no hay nada
porque sé que ese vacío
es
el nudo que nos ata.
©® Enrique R. del Portal, 2024.
domingo, 4 de agosto de 2024
El nudo que nos ata.
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