sábado, 2 de julio de 2022

Cometa Halley.

Era la primera vez que salía de “bolos” como profesional.
A pesar de mi juventud (sólo tenía unos bisoños e insultantes 17 años) ya contaba con una pequeñita pero no desdeñable experiencia en coros de zarzuela. Eran ya varios veranos los que había participado en las temporadas del Centro Cultural de la Villa de Madrid, así que no era extraño que me ofrecieran participar aquellos dos días en el Festival de Zarzuela de La Solana, con un par de títulos del repertorio habitual.

Como estaba cursando COU en mi adorado Instituto San Isidro. Tuve que avisar a mis profesores que faltaría esos días por motivos de trabajo, llevando la preceptiva nota firmada por mi padre, que me autorizaba para ello. Y presumir que me iba “de gira” y despedirme de mi novieta de entonces, Nieves Mora Ariza, de COU C, de forma torpe y en exceso melodramática.

La mañana que salíamos hacia La Solana nos citaron en la Plaza de España a primera hora, Recuerdo a los compañeros, Carlos Bofil, Pedro García de las Heras, Roxana Esteve, Rafa Álvarez de Luna, con los que se había establecido un vínculo precioso, una amistad que siempre recordaré. El viaje fue una fiesta, preludio de los dos días que me esperaban fuera de casa, y aunque era una pequeña gira, el trabajo parecía una excusa ante la excitación que me dominaba.

No recuerdo especialmente el transcurso de las funciones que hicimos. Pudieron ser La Rosa del Azafrán, La Dolorosa y creo que algo de género chico madrileño. Sí recuerdo que compartí habitación con Carlos Bofil, aunque él lo hizo expresamente para ocultar el romance que por aquellos días tenía con la que luego fue su esposa, Roxana. Yo, como casi siempre me mantuve célibe, muy a mi pesar.
Después de las funciones del primer día, aprovechamos para pasar un rato en el hall del hotel, con la idea de disfrutar de la visión del cometa Halley, que aquel año, durante aquellos días, era visible en su visita a la Tierra. Ya avanzada la madrugada, el camarero del hotel, que aguardó amable y pacientemente todo el tiempo que quisimos estar allí, animó más la velada, poniendo música que nos acompañó en el mágico momento. No podía haber tenido mejor fondo musical aquel instante, Avalon, de Roxy Music, la invitación de mi compañera Rocío para bailar, aunque yo soñaba con hacerlo con la que había dejado en Madrid, y la cola del cometa diciéndonos adiós.


Now the party's over, I'm so tired
Then I see you coming, out of nowhere
Much communication, in a motion
Without conversation, or a notion
Avalon…

Intentamos estirar la noche, aunque no dio más de sí, y terminamos retirándonos a nuestras respectivas habitaciones, y algunos a las respectivas de otros…

Después de las funciones del segundo día volvimos a Madrid, y yo volví a la vida diaria del instituto. Nieves cortó conmigo, me examiné de COU, aprobé y empecé a organizar esta vida entre caótica y esperanzada.
Siempre que escucho Avalon recuerdo la noche del cometa, a Nieves, aquella sensación de debutante, y me invade la terrible certeza de que no llegaré a 2061.


 ® Enrique R. del Portal, 2022



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